Las asombrosas obras de arte y arquitectura conocidas como las siete maravillas del mundo antiguo son un testimonio del ingenio, la imaginación y el trabajo duro del que es capaz el ser humano desde la Antigüedad clásica. Esta lista de construcciones notables que varios autores recogen en guías o poemas populares entre los antiguos viajeros helenos no se concretó hasta el Renacimiento, aunque las primeras listas datan del siglo II-I a.C.
De las siete maravillas originales, solo la Gran Pirámide de Guiza, la más antigua de todas, permanece relativamente intacta. Todas las demás fueron destruidas. Además, es posible que al menos una de las maravillas no haya existido en absoluto. Sin embargo, las siete siguen inspirando y siendo celebradas como productos extraordinarios de la creatividad y la habilidad de las primeras civilizaciones de la Tierra.
La Gran Pirámide, situada en Guiza, en la orilla occidental del río Nilo, al norte de El Cairo, en Egipto, es la única de las siete maravillas del mundo antiguo que ha llegado hasta nuestros días. Forma parte de un grupo de tres pirámides que se construyeron entre el 2700 y el 2500 a.C. como tumbas reales: Khufu (Keops), Khafra (Kefrén) y Menkaura (Micerino). La mayor y más impresionante es la de Khufu, conocida como «La Gran Pirámide».
Las proporciones de la pirámide son colosales, incluso para la época moderna. De hecho, durante 4000 años fue el edificio más alto del mundo con sus 147 metros de altura. La longitud de cada lado en la base tiene una media de 230 metros. Durante los 20 años que duró su construcción, se elaboraron unos 2,3 millones de bloques de piedra para crear este monolito de 5,75 millones de toneladas que sirvió de tumba al faraón Keops.
Según antiguos poetas griegos, los Jardines Colgantes de Babilonia se construyeron cerca del río Éufrates por el rey de Babilonia Nabucodonosor II para su esposa, alrededor del año 600 a.C. Los jardines estaban dispuestos sobre una construcción organizada en distintos niveles de terrazas, donde la vegetación brotaba y sobresalía por los balcones como si colgara en el aire. Escritores posteriores describieron cómo se podía caminar por debajo de los jardines, que descansaban sobre altas columnas de piedra.
Los científicos han deducido que los jardines se regaban con bombas, norias y cisternas que transportaran el agua del Éufrates. Aunque hay muchos relatos de los jardines en la literatura griega y romana, ninguno es original, y no se ha encontrado mención alguna en las inscripciones cuneiformes babilónicas. Por ello, los estudiosos modernos creen que la existencia de los jardines formaba parte de una historia popular, pero que no era real.
En Éfeso, una antigua ciudad en la actual Turquía occidental, se construyó un templo para celebrar a Artemisa, la diosa griega de la caza. Pasó por varias fases de destrucción y reconstrucción. La versión más famosa, terminada en el año 550 a.C., medía unos 115 metros de largo, 55 metros de ancho, tenía 127 columnas de estilo jónico y estaba decorada con bellas esculturas y pinturas.
Este templo fue destruido por un incendio provocado por Eróstrato, que buscó la fama destruyéndolo. Años después, se inició la construcción del nuevo templo, que estaba rodeado de escalones de mármol. Este templo lo destruyeron los godos en el año 262 d.C., y no fue hasta el siglo XIX que los arqueólogos desenterraron las primeras ruinas de las columnas en el fondo del río Caístro.
La famosa estatua de Zeus, el rey de los dioses de la mitología griega, fue realizada por el famoso escultor Fidias y colocada en el templo de Zeus en Olimpia, en el oeste de Grecia, hacia mediados del siglo V a.C. La estatua de marfil con detalles en oro representaba al dios del trueno sentado con el torso desnudo en un trono, sosteniendo una estatua de Nike en su mano derecha. En su mano izquierda sostenía un cetro coronado por un águila.
Con sus 12 metros, era una de las maravillas del mundo antiguo más impresionantes, con su cabeza casi tocando el techo del templo. Según la leyenda, el escultor pidió a Zeus una señal de aprobación tras terminar la estatua; poco después, el templo fue alcanzado por un rayo. La estatua adornó el templo hasta que los sacerdotes cristianos convencieron al emperador de que lo cerrara en el siglo IV d.C. La estatua se trasladó a Constantinopla, donde se cree que fue destruida en un incendio en el año 462.
La quinta en nuestra lista de maravillas del mundo antiguo es el Mausoleo de Halicarnaso, que fue una tumba construida por los arquitectos griegos Sátiro y Piteo en el actual sureste de Turquía. Artemisia lo ordenó construir para su marido, Mausolo, gobernador de Caria, tras su muerte en el año 353 a.C. Un terremoto destruyó el mausoleo en el siglo XV, pero se conservan uno de los frisos y algunas reliquias en el Museo Británico de Londres.
El diseño del edificio de 46 metros de altura, formado por tres niveles, pudo haber sido un intento de conciliar los estilos arquitectónicos licio, griego y egipcio. La primera capa era una base escalonada de 18 metros, seguida de una capa intermedia de 36 columnas jónicas y un tejado escalonado en forma de pirámide. En la parte superior del techo se encontraba la tumba y una representación en mármol de seis metros de un carro de cuatro caballos.
El Coloso de Rodas era una enorme escultura de bronce del dios del sol Helios construida por los rodios entre el 292 y 280 a.C. que recibía a los visitantes de la antigua Rodas, una isla del mar Egeo oriental. Diseñada por el escultor Cares de Lindos, la estatua era un monumento para honrar la victoria sobre el ejército macedonio en el 304 a.C. Con sus 33 metros de altura, se mantuvo en pie durante 56 años hasta que un terremoto la destruyó.
A pesar de que se rompió por las rodillas y cayó sobre la isla, las ruinas siguieron siendo una atracción popular durante más de 800 años. Años después, los árabes invadieron Rodas y vendieron los restos de la estatua como chatarra. Por ello, no se sabe mucho sobre su aspecto ni ubicación exacta. La mayoría cree que representaba al dios del sol de pie y desnudo; mientras levantaba una antorcha con una mano y sostenía una lanza en la otra.
El faro de Alejandría estaba situado en una pequeña isla llamada Paros, cerca de la ciudad de Alejandría, en Egipto. Diseñado por el arquitecto griego Sóstrato y terminado hacia el año 270 a.C. durante el reinado de Ptolomeo II, el faro ayudaba a guiar a los barcos del río Nilo dentro y fuera del concurrido puerto de la ciudad. Es toda una obra maestra por su técnica y sirvió de modelo para todos los faros posteriores.
Los arqueólogos han deducido que la estructura de 107 metros tenía tres niveles: una base de piedra cuadrada, un parte central octogonal y una sección cilíndrica superior. Encima había una estatua de 4 metros que cambió a lo largo de los años. En el vértice un espejo reflejaba la luz del sol durante el día y por la noche se encendía un fuego. El faro se destruyó durante una serie de terremotos que se produjeron entre 956 y 1323, hasta que desapareció por completo en 1480.
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