Situada en la Ruta del Vino de Alsacia, entre viñedos y montañas, la pequeña ciudad de Ribeauvillé resalta con su impresionante patrimonio. Sus tres castillos y sus encantadoras casas de entramado de madera hacen que pasear por Ribeauvillé sea toda una experiencia con la que rememorar siglos pasados. Un lugar que, además de por la belleza de sus edificios, destaca por haber sido un lugar donde rebosaba la cultura a través de los juglares.
La primera mención a este lugar aparece en el siglo VIII, bajo el reinado de Pipino el Breve. Por entonces, era el centro de una gran finca o villa real. De hecho, se la conocía como Radbaldovillare. Se cree que este nombre era la unión del nombre del propietario de la finca, Radbald o Radbert, y de villare, para designar a la propiedad.
En el año 1084, el emperador Enrique IV del Sacro Imperio Romano Germánico donó al obispo de Basilea un terreno llamado Rapoldestein. Hacia 1185, lo cedió a uno de sus vasallos, Eguenolf d’Urslingen, jefe de la casa de Ribeaupierre. En la Edad Media, el destino de la ciudad estuvo estrechamente ligado a esta familia señorial Ribeaupierre, a la que debe su actual nombre.
Los señores de esta familia se instalaron allí y, en el siglo XIII, Ribeauvillé se convirtió en una auténtica ciudad con casco antiguo y cuatro barrios diferentes: dos altos y dos bajos. La ciudad fue fortificada, cada barrio con su propia muralla, y se construyeron cuatro puertas. Por entonces, la tierra de Ribeauvillé era una de las más importantes de Alsacia.
Ya en el siglo XV, los emperadores de Alemania, y más tarde los reyes de Francia, habían conferido a los condes de Ribeaupierre, en calidad de feudo, la jurisdicción sobre la cofradía de juglares de Alsacia. Cada año, el 8 de septiembre, día de la Natividad de la Virgen, todos los músicos de la provincia se reunían en Ribeauvillé para la ofrenda a su patrona, rendir homenaje al conde y celebrar su reunión anual.
Cuando se dirigían al castillo para rendir homenaje al señor, los condes de Ribeaupierre, además del vino que prodigaban, solían ofrecer una copa o un hanap, que entonces quedaba en propiedad de la ciudad. Varias de estas piezas, obras maestras de la platería alsaciana de estilo renacentista, se conservan todavía en el museo del ayuntamiento. La tradición de esta alegre y popular fiesta, llamada Pfifferdaj, se ha conservado hasta nuestros días.
Ribeauvillé pertenece al departamento de Alto Rin y es una de las ciudades más bonitas de la región de Alsacia. Se la conoce también como la Ciudad de los Tres Castillos, que fueron construidos por la familia Ribeaupierre en las colinas cercanas. El más antiguo e importante es el de Saint Ulrich, seguido del de Girsberg y el de Haut-Ribeaupierre, el más alto. Los tres se pueden visitar tras recorrer un camino de 6,50 kilómetros.
Los demás lugares de interés que hay que ver en Ribeauvillé se encuentran en la calle principal de la ciudad, la Grand Rue. A simple vista, lo que más destaca son las bonitas casas alsacianas de entramado de madera que fueron construidas entre los siglos XV y XVIII. Un poco más arriba, en la Grand Rue, se encuentra una de las casas más bonitas de la ciudad.
Se trata de la Maison des Ménétriers, conocida como la casa de los juglares por ser la sede de la corporación de juglares de Alsacia. Todo músico profesional de la región era miembro de este gremio y, por tanto, se encontraba bajo la protección de la familia Ribeaupierre. En la fachada de la casa están las figuras talladas del arcángel San Gabriel y la Virgen María; con una inscripción que lee «Ave Maria Gratia Plena».
Siguiendo la calle, aparecen la Capilla de Santa Catherine, que en 1346 pertenecía a un antiguo hospital, y la Place Hôtel de Ville, con el ayuntamiento y el Hotel de Ville que en el siglo XV era una posada. En el otro lado, se encuentran la iglesia del antiguo convento agustino del siglo XIV y el monumento más importante de Ribeauvillé: la Torre des Bouchers.
En la actualidad, de sus fortificaciones medievales, la ciudad conserva parte de sus murallas y algunas torres defensivas. La Torre des Bouchers es una de ellas y data del siglo XIII, con 29 metros de altura. Su nombre, que literalmente sería Torre de los Carniceros, se debe a que en esta plaza se concentraban los gremios que se dedicaban a esta profesión. La torre tiene cuatro pisos, el escudo de los Ribeaupierre y un antiguo reloj.
Siguiendo nuestro recorrido, llegamos a la Plaza de la Sinne, rodeada de las características casas con entramado de madera y adornada en el centro por la fuente Friedrich. La fuente, con una escultura femenina cargada de símbolos (uvas, barril de vino, escudos de las comunas del cantón), representa a la agricultura y la industria que tanto han marcado a la ciudad.
Adentrándonos en la Rue du Château, nos encontramos con la iglesia de Saint Grégoire, construida entre los siglos XIII y XV en estilo gótico. En su interior guarda un extraordinario órgano del año 1700, considerado Monumento Histórico por ser el más antiguo de la región. También destacan unas estatuas talladas en piedra arenisca que representan el Monte de los Olivos.
Ribeauvillé también es conocida por la viticultura, que ha tenido un gran impacto en la ciudad. De hecho, es uno de los principales centros de producción de la Ruta del Vino de Alsacia. Tiene tres Grand Crus dentro de sus límites: Geisberg, que cultiva principalmente Riesling, Kirchberg de Ribeauvillé y Osterberg.
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