En nuestro planeta hay castillos de cuento que parecen salidos de las historias que leíamos de pequeños. Europa ofrece una de las más increíbles historias y ricas culturas de todo el mundo. La mejor forma de asegurarse una experiencia histórica y mágica, diferente a todas las demás, es descubriendo sus castillos. Fortalezas con formas imposibles, impresionantes torreones, almenas… ¡Solo les falta estar custodiados por un dragón!
1. Alcázar de Segovia
Empezamos esta recopilación de castillos salidos de un cuento con el Alcázar de Segovia, uno de los más bonitos de España. Su imponente imagen se levanta, de forma majestuosa, sobre el valle de los ríos Eresma y Clamores. Este castillo medieval fue construido en el siglo XII y sirvió como palacio y fortaleza de los Reyes de Castilla, entre muchos otros. Así, ha sido testigo de batallas, intrigas palaciegas, bodas reales y demás sucesos históricos.
A lo largo de su historia, el castillo ha servido como fortaleza, palacio real, prisión estatal, centro de artillería y academia militar. Actualmente se utiliza como museo, con una exhibición de archivos militares. Además, es símbolo de la Ciudad vieja de Segovia, declarada Patrimonio de la Humanidad, y se dice que es el castillo que inspiró, con sus esbeltas y elegantes formas, a Walt Disney para crear el castillo de Blancanieves.
2. Castillo de Neuschwanstein
Se trata del castillo más popular de Alemania y está situado en la región de Baviera. Se construyó en 1886 por encargo del rey Luis II sobre el desfiladero de Pöllat en los Alpes Bávaros y los lagos Alpsee y Schwan. En una época en la que los castillos ya no eran necesarios, este se construyó con un fin más estético que funcional; como lugar donde el rey pudiera refugiarse, soñar y vivir su fantasía medieval.
Símbolo por excelencia de la arquitectura romántica idealizada, el castillo de Neuschwanstein ha inspirado a numerosos artistas como Walt Disney, que lo utilizó para crear el castillo de La bella durmiente y la Cenicienta; como también ocurre en el manga One Piece y su castillo de Drum. Como curiosidad, el castillo sirvió de refugio para las obras de arte y oro que habían robado los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
3. Nido de Golondrina
El Nido de Golondrina es un castillo en Crimea con unas vistas privilegiadas. Esta pequeña fortificación de 20 metros de largo y 10 de ancho está situada a 40 metros de altura, sobre el acantilado Aurora, en el cabo Ai-Todor en Gaspra. En sus orígenes no era más que una casa de madera que pertenecía a un general ruso, conocida como el «Castillo del Amor» por sus amaneceres y puestas de sol. Allí buscaba calma y soledad.
En 1911, la propiedad fue adquirida por un magnate del petróleo alemán, el barón Von Steingel, cuyo propósito era reconstruir esa casita de madera y crear algo que le recordara a su país natal. Así, el arquitecto Leonid Sherwood diseñó este encantador castillo neogótico que se ha convertido en uno de los símbolos más característicos de esta parte del mar Negro.
4. Castillo de Chillon
El castillo de Chillon es todo un tesoro medieval a orillas del lago Lemán, en Veytaux, dentro del cantón suizo de Vaud. Las primeras construcciones se remontan al siglo X, aunque ya era una destacada edificación defensiva desde la Edad de Bronce y, más tarde, durante el periodo romano como fortificación. En la actualidad, la zona más antigua del castillo es de estilo gótico, del siglo XIII.
Su importancia a lo largo de los siglos lo han convertido en uno de los principales monumentos históricos de Suiza. Destaca también por haber pertenecido a los condes de Saboya y por haber servido de inspiración a grandes escritores como Rousseau, Victor Hugo, Flaubert y Lord Byron. Además, se cree que también inspiró el castillo de Eric, el príncipe de La Sirenita. Un castillo salido de un cuento rodeado de unas vistas increíbles.
5. Castillo de Hochosterwitz
Acabamos nuestra recopilación de castillos salidos de un cuento con una de las fortificaciones más impresionantes de Europa. El sorprendente castillo de Hochosterwitz, en medio de un bonito valle de Carintia, Austria, requiere atravesar las 14 puertas que se distribuyen por el ascenso de la llanura para llegar hasta él. También se puede subir en un ascensor que salva los 150 metros de altura de la roca caliza sobre la que se encuentra.
El castillo fue mencionado por primera vez en el año 860 y más tarde, en los siglos XI y XII, sirvió como refugio para la población durante los asaltos turcos. En el siglo XVI es cuando el arquitecto militar Domenico dell’ Aglio lo reconstruye para convertirlo en una fortaleza mucho más grande. Hoy en día, su interminable calzada discurriendo por las laderas y sus 14 puertas lo hacen uno de los castillos más especiales de Europa.