En el sur de Noruega, la roca conocida como Kjeragbolten se sostiene, en perfecto equilibrio, entre las paredes de dos acantilados. Una ubicación única que se vuelve más impresionante si tenemos en cuenta que se asoma a un abismo de 984 metros. Así, crea un paisaje que no parece real porque, además de su forma y posición, las vistas desde esta roca dejan sin aliento a cualquiera; con el bonito fiordo de Lyse a sus pies.
Esta roca tan especial pertenece al condado de Rogaland, el cual se encuentra en una zona tectónica débil que permite al río introducirse en la montaña de arenisca que lo rodea. El origen de Kjeragbolten se remonta a las diversas glaciaciones que tuvieron lugar en Escandinavia, cuando Noruega estaba completamente cubierta de glaciares. A lo largo de este periodo, el agua del deshielo formó y remodeló el valle hasta 22 veces.
Tras el último periodo glacial, el calentamiento global provocó una subida del nivel del mar y se inundaron los fiordos. La roca quedó anclada durante esta última glaciación, en torno al 50.000 a.C. A medida que el glaciar noruego se derretía y se retiraba el hielo, las formaciones rocosas resurgían y se desplazaban. En el caso de Kjeragbolten, el desplazamiento fue más rápido que la subida del nivel del mar, lo que hizo que la roca quedara encajada como podemos apreciar en la actualidad.
Kjeragbolten literalmente significa “roca o tornillo de Kjerag”, que es el nombre de la montaña donde se encuentra. Corresponde al municipio de Sandnes y es un destino muy popular en el país noruego. La roca en sí es un depósito glacial de 5 metros cúbicos encajado en la grieta de la montaña, suspendida sobre un abismo de 984 metros. Debajo se encuentra el impresionante fiordo de Lyse o Lysefjord, con su característico azul intenso.
Esta zona de Noruega donde se encuentra Kjeragbolten es absolutamente preciosa, con la también famosa formación rocosa Preikestolen. Se puede llegar hasta la roca desde la montaña Kjerag, un pico que se eleva por encima de todos los demás en torno al Lysefjord. Es una montaña perfecta para contemplar las increíbles vistas de los fiordos azules, los acantilados de las montañas circundantes y, si el tiempo lo permite, el cielo azul.
Aunque la roca está suspendida a casi 1000 metros por encima del agua y no hay barandilla ni red de seguridad alguna, la gente camina hasta (y sobre) la roca para hacerse una foto. Evidentemente, la superficie de la roca es lo suficientemente plana como para que caminar sobre ella sea relativamente fácil. Desde la roca, la altura impresiona; aunque la mayoría se olvida del vértigo cuando se encuentra con esta maravilla que no parece real.
Existen dos opciones para llegar a la ruta de Kjeragbolten. La primera es tomar el ferry de Lauvvik a Lysebotn, por todo el fiordo Lysefjord. Al llegar a Lysebotn, hay que subir hasta Øygardstølen. La otra forma es en coche. Desde Stavanger, hay que tomar la E39 para salir de la ciudad y girar al este por la 45. Siguiendo la 45 hasta Byrkjedal y girando a la izquierda hacia Sirdal/Sinnes, se llega a una estación de peaje automática cerca de Øvstebø.
En Sinnes hay que girar hacia el norte en dirección Fidjeland y luego girar a la izquierda hacia la carretera de Lysebotn. La carretera es empinada y estrecha, por lo que hay que tener cuidado. Por último, hay que dirigirse al aparcamiento Kjerag en Øygardstølen, donde comienza el camino que sube a Kjerag. La subida no es nada fácil porque es vertical y hay que superar tres subidas hasta llegar a la montaña.
En caso de duda hay que seguir las indicaciones marcadas con una T. También es muy importante llevar el calzado adecuado puesto que, según la temporada, el suelo puede estar mojado y resbalar. El mejor momento para llevar a cabo esta aventura es entre junio y septiembre. De hecho, en invierno la carretera está cerrada por la nieve y la ruta puede ser peligrosa.
En la segunda subida, que es la más corta pero también la más empinada, puede ser necesario el uso de cadenas para escalar algunas rocas que se encuentran en el camino. La tercera subida es la más larga de la ruta pero cuando estás arriba, las vistas merecen totalmente la pena. El terreno se nivela y parece que estás andando por la cima del mundo. Solo quedan unas cuantas subidas y bajadas para llegar a Kjeragbolten.
Es fácil perderse aquí con la bruma y niebla que suelen acumularse, por lo que es muy importante seguir las marcas rojas en forma de “T” que pueden estar en señales o, incluso, en el suelo. Al llegar a la meseta es normal que haya saltadores base que se lanzan desde lo alto del acantilado. Aquí concluye la ruta y llega, por fin, la recompensa de disfrutar de Kjeragbolten.
Para muchos lo más aterrador no es subirse a la roca en sí, sino el estrechísimo camino que lleva a ella. Solo hay un pequeño cordón metálico al que agarrarte hasta llegar a la superficie de Kjeragbolten, pero merece la pena la experiencia a cambio del recuerdo tan especial que quedará inmortalizado con esta roca única y el paisaje que la rodea.
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