Nada arruina más una relajante escapada a una isla que una playa llena de gente. Por suerte, son muchas las islas secretas de Europa que se encuentran apartadas de la ruta turística en las que podrás disfrutar de un pedazo de paraíso para ti solo. Desde una diminuta isla francesa hasta un escondite en Italia, hemos descubierto nueve islas remotas en las que (todavía) se respira paz y tranquilidad.
Pico, Azores, Portugal
En el Atlántico Norte, las Azores portuguesas albergan la isla volcánica de Pico, llena de viñedos y el imponente Monte Pico. Es la segunda isla más grande de las Azores y uno de los mejores destinos del mundo para la observación de ballenas, ya que es la masa de tierra más cercana a sus rutas de migración. Visita la isla de marzo a octubre para ver ballenas, y de julio a octubre para nadar con delfines en libertad. El Banco Princesa Alice, un monte submarino a 45 millas náuticas de Pico, destaca por su diversa vida marina y los bancos de mobulas y mantas.
Île d’Aix, Francia
En esta lista de islas secretas de Europa no podía faltar la pequeña isla de Aix. No está conectada al continente, por lo que se llega a ella en ferry. Aix tiene una rica historia militar y sirvió de prisión durante la Revolución francesa. Sirvió como fortaleza naval con Napoleón, que pasó aquí sus últimos días en suelo francés tras su derrota en Waterloo. El único hotel de la isla lleva su nombre: Hotel Napoleón. Por otro lado, la isla destaca por las famosas ostras de Charente-Maritime en Speisser Franck y por la playa de l’Anse de la Croix.
Terschelling, islas Frisias occidentales, Países Bajos
Las islas del mar de Frisia se curvan en forma de media luna desde el norte de Países Bajos hasta Alemania, con extensas playas de arena respaldadas por dunas, como las que se pueden encontrar en el oeste de Norfolk. Terschelling es la mejor de estas islas para el ciclismo, con senderos que zigzaguean por la franja de marismas flanqueada por el mar. El ferry te deja en la ciudad principal de West Terschelling, donde se puede alquilar bicicletas y pedalear hasta el pueblo de Midsland.
Port Cros, Iles D’Or, Francia
Poca gente ha oído hablar de Port-Cros. Es toda una reserva natural: no hay contaminación que estropee el cálido aroma de los pinos pinea y el mirto dulce, y las calas escondidas rebosan vida marina. Los coches e incluso las bicicletas están prohibidos, por lo que hay que llevar las zapatillas junto con el bañador o bikini y explorar la isla montañosa a pie. La arena blanca y las aguas cristalinas de la playa Du Sud son la meca de los baños de sol, mientras que la playa La Palud es famosa por el buceo.
Lastovo, Croacia
En algún lugar entre el extremo norte de Apulia y el extremo sur de la costa Dálmata se encuentra el archipiélago de Lastovo, donde 47 islas e islotes se esparcen como piedras preciosas en el cristalino Adriático. La mayor de las islas es Lastovo, que cuenta con un parque natural protegido. El 70% de su superficie está cubierta de bosques; se respira el cálido aroma de los pinos de Alepo y abundan los frutos rojos del madroño. Los senderos se entrecruzan desde los pueblos del interior hasta la costa. El plan ideal es disfrutar de la playa de Mihajla y luego ascender al pueblo de Lastovo, donde las callejuelas llenas de flores llevan a una copa del vino Maraština, propio de la isla, desde lo alto de la colina.
Filicundi, islas Eolias, Sicilia
En los años setenta, la isla de Filicudi, con su clima extremadamente cálido, su costa rocosa y sus suelos volcánicos, era el lugar donde se enviaba a los mafiosos de Italia. El exilio a la remota isla siciliana de las Eolias se consideraba un castigo adecuado para los capos de la droga, los gánsteres y los delincuentes. Los lugareños no pensaron lo mismo y se enfadaron tanto con sus nuevos vecinos que, a su vez, abandonaron la isla en señal de protesta hasta que el gobierno cedió y trasladó a los malhechores a otro lugar. En la actualidad, la isla es el secreto mejor guardado de las Eolias, un paraíso salvaje de aguas transparentes y pocos visitantes. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Hiddensee, Alemania
Los salados mares del Báltico son ricos en ámbar. Se puede buscar gemas entre la espuma en las costas de Hiddensee, una pequeña isla al norte de Berlín, donde el precioso Bernstein («piedra quemada») aparece después de las tormentas. Si tienes la suerte de encontrar una pieza, llévala al taller de ámbar de la isla para que la pulan y la conviertan en joyas. Si a esto le añadimos la ausencia de coches, las playas desiertas, los antiguos faros y las playas de arena blanca barridas por el viento, nos haremos una idea de la magia atemporal de la isla.
Gozo, Malta
Ulises estuvo a punto de no volver a casa con su esposa, Penélope. En su lugar, la brillante isla de Ogigia le guiñó el ojo y fue atraído a la costa, pasando siete años bajo el hechizo de su seductora ninfa del mar, Calipso. Que la Ogigia de Homero se considere que es la isla de Gozo no es ninguna sorpresa. Esta escarpada isla rodeada de aguas azules es el escenario perfecto para los mitos y las leyendas, y para las películas. Sin embargo, la isla hermana más pequeña de Malta sigue siendo virgen e indómita; una de las islas secretas de Europa más auténticas. El norte de África, Arabia y Sicilia se reúnen en esta chispeante y puntiaguda piedra en el mar.
Pantelleria, Sicilia, Italia
En Pantelleria no hay playas, por lo que los visitantes toman el sol sobre losas volcánicas. Está más cerca de Túnez que de Italia, y el paisaje es espectacular e impresionante, con fumarolas humeantes y manantiales termales, viñedos y calas protegidas para nadar y bucear. Aunque relativamente pocos italianos han pisado esta isla salvaje, los visitantes famosos (Giorgio Armani, Madonna, Sting) la han situado en el mapa. Una de las islas secretas de Europa más desconocidas, con casas blancas de una sola planta construidas con roca volcánica.